BREGUET Y LAS MUJERES CÉLEBRES

 Los relojes Breguet, símbolo de elegancia y precisión técnica, conquistaron a admiradoras poderosas y célebres desde finales del siglo XVIII. 

La reina María Antonieta, probablemente la primera incondicional de Breguet, llevó desde el inicio de su reinado las más hermosas creaciones del relojero, entre ellas los Perpétuelles, y dio a conocer su excelencia en las cortes europeas. Breguet creó para ella el así llamado “Marie-Antoinette”, el famoso nº 160, que durante mucho tiempo fue el reloj más complicado de la historia de la relojería. En 2008 la Manufactura realizó una reproducción de esta creación, que tras largo tiempo perdida se reencontró en 2007. En otro homenaje a su distinguida embajadora, también en 2008, Breguet restauró el Petit Trianon en Versalles, un patrocinio de escala excepcional. 

 Se sucedieron diferentes gobiernos, pero la pasión por los relojes Breguet persistió. Varias mujeres del entorno de Napoleón Bonaparte adquirieron garde-temps de la Maison. Su primera esposa, la emperatriz Josefina, adquirió el reloj de tacto n° 611, que más tarde ofreció, engastado con una H de diamantes, a su hija Hortense, reina de Holanda. Su segunda esposa, María Luisa de Austria, adquirió un pequeño reloj de medallón. Íntegra y leal, la soberana gobernó Parma de una manera particularmente sabia, con un acentuado interés por la condición de la mujer. Los relojes Breguet también sedujeron a las hermanas del emperador, entre ellas a Elisa Bonaparte, gran duquesa de la Toscana. Dotada de una gran inteligencia y de un gusto excelso, su hermana menor, Caroline Murat, reina de Nápoles, encargó a Abraham-Louis Breguet un reloj muy original para la época, ya que venía con un brazalete. Fue el primer reloj diseñado desde el principio que se usó en la muñeca. 

En 1817 Breguet entregó un reloj con repetición de cuartos, el n° 3023, a la duquesa de Wellington. Expuesto en el Louvre, su elegante simplicidad pone de manifiesto el estilo neoclásico característico del relojero. 

 Durante las décadas de 1820 y 1830 varias soberanas adquirieron relojes Breguet, entre ellos Alexandra Feodrovna, emperatriz de Rusia, y María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, reina de España. Esta última adquirió en 1831 un péndulo de viaje, característico de las creaciones neoclásicas de Breguet. La reina Victoria de 

Inglaterra, también emperatriz de las Indias y cuyo reinado duró más de 60 años, fue otra de las muy ilustres clientas del relojero. 

En el siglo XX muchas mujeres de renombre son fieles a la manufactura Breguet, entre ellas Anna Gould, duquesa de Talleyrand. Fundadora de centros de rescate para los heridos durante la Primera Guerra Mundial, esta mujer respetada por todo París adquirió un péndulo de plata de estilo neogótico. 

Hoy, muchos relojes adquiridos por soberanos y personalidades célebres se conservan en los museos con mayor reputación del mundo, entre ellos el Louvre, el British, varios museos suizos y, por supuesto, el Museo Breguet de París.